El pasado viernes día 26. Después de un buen madrugón, ya que salimos de Benalmádena muy temprano pues nos habían convocado en la línea de salida a las 9 de la mañana para la inspección de seguridad y precinto de motor. La salida de la 45 edición de la Regata de Alborán se dio a las 11 de la mañana.
Tomábamos la salida con una doble y contrapuesta información meteorológica. Por un lado, nos esperaban más de 35 nudos en la isla de Alborán y una buena ola y por otra parte el viento se iría retirando en la costa, por lo que tomamos la decisión de navegar a un descuartelar para llevar al Alborany a su máxima velocidad y escapar de las encalmadas costeras. Al caer la noche ya habíamos completado tres cuartas partes de las 80 millas que al inicio de la regata nos separaban de la Isla de Alborán, en ese momento el viento ya superaba los 25 nudos de aparente y teníamos puesto el primer rizo a la mayor. Tocaba cambiar de bordo para no bajar más al Sur.
Lo peor llegó sobre la una de la madrugada, con una mar muy formada con olas importantes y rachas que superaban los 40 nudos de aparente. Llamamos al Comité de Regata para asegurarnos que no se suspendería a pesar de las condiciones, y con la respuesta positiva nos dispusimos a enfrentar las últimas 20 millas navegando entre 3 tormentas con fuerte aparato eléctrico, una cerca de la isla, otra más al sur sobre la costa marroquí al oeste de Alhucemas y la última sobre la costa Andaluza entre Granada y Almería, desplazándose todas ellas rápidamente hacia el sureste.
Sin duda este tramo hasta Alborán fue complicado, nos costó más de 6 horas y un fuerte desgaste físico, pero afortunadamente conforme hacíamos millas las condiciones iban en descenso, llegando a la última milla de la isla con apenas 10 nudos y un fuerte magón del nordeste.
Tras comunicar al Comité nuestra proximidad al punto de paso (oposición norte sur del faro con el barco de comité) no tuvimos respuesta, llegar a ese punto nos costó más de una hora de una complicada remontada al norte, dimos la vuelta a la isla sin superar los 2 nudos y sin avistar el barco de Comité. Una pena porque de haber sabido que no estaban habríamos rodeado la isla desde el sureste y a más distancia ahorrando un buen tiempo. Ahora ya solo quedaban otras 80 millas hasta el Candado en una mañana fría, sin viento definido, y con un gran mar de leva hacía el WSW. No fue hasta mediodía que empezamos a navegar con rumbo hacia Motril después de varios intentos en varios rumbos que nos hicieran escapar de la confluencia del levante y el poniente que nos mantenía en una desesperante encalmada.
Ahora el objetivo era aproximarnos a la costa para recuperar cobertura y ver en qué condiciones seguía, o no, la regata. Así nos enteramos de que solo seguíamos en regata tres barcos, y que el resto de la flota se había retirado, situación bastante razonable, puesto que no en pocas veces se nos pasó por la cabeza a nosotros la noche anterior. Ahora nos quedaban 40 millas y navegábamos hacia Motril con 20 nudos de aparente y rozando los 7 nudos, lo cual nos hacía ser optimistas ya que nos quedaban 16 horas para que se cumpliera el tiempo límite y solo parecía como un problema las encalmadas que nos esperarían a la llegada a Málaga.
Nos habíamos acercado demasiado a la costa animados por el viento que se mantenía sin agotarse, y por otro lado, como he dicho, por la necesidad de tener la información de nuestra situación y poder hacer valoraciones sobre la meteo y estrategia. Sí algo sabemos los navegantes que hacemos esta regata es que cerca de la costa y con poniente, estás muerto. Ahora tocaba alejarse rápido antes de quedarnos atrapados sin viento al caer la noche. Esta parte fue complicada ya que el viento fue en descenso y la corriente hacía el este se incrementaba llegando a rozar los 2 nudos, lo que hacía muy complejo el avance hacía la llegada, necesitábamos incrementar el viento separándonos de la costa y sacrificando aproximación hacia la llegada, perdiendo en esta sangría más de 10 millas.
La noche fue bien en cuanto a velocidad, pero con rumbos muy influenciados por la corriente, por lo que el VMG era para llorar y siendo conscientes de que la llegada era complicada en el tiempo límite después de todo el esfuerzo. Con el amanecer llegó el optimismo y la prudencia. Seguíamos navegando hacía Torremolinos para poder compensar la corriente y la falta de viento cerca de la llegada, pero lo cierto que este plus de barlovento nos hizo más fácil de lo esperado la llegada al Candado cruzando la línea de llegada en el entorno de las 10 de la mañana con apenas 4 horas de margen para no agotar el tiempo límite.
Una gran regata que deja en nuestros alumnos un gran aprendizaje y autocontrol. La confirmación de que nuestro barco escuela, el Alborany, es un gran barco, muy fiable y robusto, que le gustan las meteos complicadas, y que ya nos ha llevado a esta isla en 12 ocasiones de esta mítica regata. Y el que escribe, que ha participado en 28 ocasiones en esta gran regata de altura tras un parón de 3 años, sigue aprendiendo con navegantes tan fuertes como con los que he tenido la suerte de compartir aventura en esta ocasión.
Un saludo,
Angel Sánchez
Enasol
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